sábado, noviembre 19, 2005

Hacia dónde va el e-learning?

Las nuevas tecnologías y la educación tienden a fusionarse. Se trata de una industria incipiente; se trata de uno de los pocos nichos productivos que sobrevivieron a la debacle de las puntocom. Jorge Rey Valzacchi, especialista en tecnologías aplicadas a la educación, profundiza en varios aspectos del e-learning.
La alianza entre la educación y la tecnología avanza. El advenimiento del e-learning, la incorporación de esta modalidad en el ámbito corporativo, las universidades que apuestan a explorar el camino virtual para sus currículas y varios ejemplos más recorren el mundo.
En esta recorrida Latinoamérica no queda al margen, y las experiencias diversas en estos países van adquiriendo su especificidad, con la ventaja de “aprender de los errores” de otras latitudes.
¿Qué logros históricos concretos puede mencionar en cuanto al uso de las nuevas tecnologías aplicadas a la educación?
Las grandes revoluciones que provocaron sustanciales cambios en la Humanidad y las tecnologías que en esos períodos se fueron introduciendo en la sociedad, han tenido su correlato en mejorar la educación, pero por acción secundaria. Por ejemplo, la revolución Agrícola mejoró las condiciones de los alumnos, que se vieron mejor alimentados, más nutridos, y pudieron aprender en condiciones más favorables. La revolución Industrial por su parte posibilitó, a través del transporte, la llegada de grandes contingentes de alumnos, y a través de la electricidad, un entorno más acogedor.
Las tecnologías que el siglo pasado han aportado al crecimiento comunicacional de la sociedad (radio, cine, televisión, video) no tuvieron presencia masiva en las aulas, fundamentalmente porque el paradigma de la presencialidad atentó en forma directa contra las costumbres de los docentes.
Fíjese que los mayores logros de este tipo de tecnología en la educación no han sido en la educación formal, sino en lo que se ha denominado “educación abierta y a distancia” para formar alumnos que estuvieran alejados de los centros urbanos.
En contrapartida, esta revolución que estamos viviendo, la de la Información, está aportando herramientas que están directamente relacionadas al proceso de enseñanza-aprendizaje, y que denotan cambios sustantivos no ya en el entorno de aprendizaje, sino fundamentalmente en su misma esencia.
Hace 20 años que trabaja en el tema de la alianza tecnología / educación ¿Cuál sería su inventario de éxitos y fracasos (personales y colectivos) en el tema?
Tengo la fortuna de estar trabando en el campo de la informática aplicada a la educación desde que comenzó a plantearse el tema en la Argentina en 1981, mucho antes que en gran parte de Europa y Latinoamérica. Eran los tiempos de las TI 99, con sus cartuchos de Basic Extendido y Logo, y las sempiternas peleas entre los de uno y otro bando, que poco aportaron al crecimiento de la disciplina, provocando mucha cautela entre quienes a la postre deberían ser sus evangelizadores: los docentes.
Creo que el Logo, si bien en su concepción es un instrumento excelente, nunca pasó la barrera del “lenguaje”, aun cuando sus seguidores hablaban de una filosofía constructivista y de micromundos que pocos supieron implementar, según las consignas de su creador. Creo que el Logo es un entorno estupendo para trabajar con pequeños grupos de chicos, de un desarrollado nivel intelectual. No me cabe la menor duda que Logo es elitista, y cuando es tratado de implementar en forma masiva provoca decepción y deserción. Pregúntele sino, a aquellos maestros a los que los obligaban a hacer sus propios programas en Logo para complementar la currícula. Un despropósito…
A la luz del tiempo, creo que Logo fue, hablando en términos pedagógicos, un distractor. En Argentina metió ruido, y provocó confusión y discrepancias entre los estudiosos del tema. Creo que nos hizo perder tiempo en discusiones estériles, y no avanzar en un plan nacional de carácter masivo.
Quienes tuvimos la oportunidad de hablar en foros y congresos, fuimos demasiado condescendientes, quizás para no provocar más disidencias de las que había. Los norteamericanos y los europeos fueron bien pragmáticos y menos “religiosos”, y lo desecharon cuando vieron que no era lo adecuado.
En lo personal me alegra el hecho de haber marcado tendencias que luego se cumplieron.
En un momento de crisis económica tan profunda como la actual, ¿Cómo condice esta situación con la disponibilidad cada vez más grande de tecnologías y de didácticas especiales que centran su valor en el uso de las máquinas?
Bueno, en primer lugar no nos olvidemos de que las tecnologías no están desarrolladas en función de las crisis de los países, y menos aún de la Argentina. Es dable suponer que, como toda crisis, ésta por la cual estamos pasando comenzará a revertirse, y los departamentos de capacitación de las empresas volverán a solicitar servicios relacionados. El parque informático instalado en las empresas de Argentina puede “soportar” tranquilamente un par de años, en función de que la mayoría de los modelos actuales de e-learning están hosteados en el proveedor. Por eso creo que el tema pasa por ofrecer soluciones “blended” de bajo costo y buena llegada a los usuarios.
¿No se abre un escenario por el cual se “colaría” un uso masivo de las máquinas, aunque el nivel educativo recibido con su uso sea de segunda?
Recién estamos asistiendo al desenvolvimiento de una generación que se educó –en menor o mayor medida- con computadoras. La naturalidad y la transparencia en su empleo serán las notas distintivas de esta nueva generación de docentes, que ya no serán tan resistentes al cambio, como lo fueron los de estas dos últimas décadas. De todas maneras, insisto en que independientemente de las cualidades individuales de cada docente, debe haber un plan nacional de capacitación docente en este sentido que tenga regularidad a través del tiempo, aún con los consabidos cambios de conducción política. Los parches realizados hasta el momento han sido efímeros y poco efectivos.
¿Qué deberíamos hacer (en términos políticas o estrategias) para no salirnos del tren de la tecnología?
Desde hace un par de años estoy analizando el tema de la brecha digital, que si bien es un fenómeno que se originó en los Estados Unidos para tratar las diferencias entre los habitantes de ese país, luego de extrapoló al resto del mundo. En este sentido creo que, para no caer en deseos voluntaristas o promesas utópicas, los gobiernos nacionales, provinciales y municipales deben adoptar políticas de microemprendimientos autosustentables que tiendan a acercar las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación a vastos sectores de la sociedad que comúnmente están relegados. Los telecentros (en Argentina llamados CTC’s) son el puente necesario para ir reduciendo esa brecha.
Seguramente, casi paralelamente, se genere otra brecha: la de la calidad de los recursos educativos, pero si no comenzamos por solventar la primera el abismo será cada vez mayor.
¿Es el e-learning tan sólo uno de los caballitos de batalla heredados de la burbuja puntocom, o hay realmente una innovación duradera en la forma en que éste convive una nueva alianza entre tecnología y educación?
En primera instancia, es cierto que el e-learning y el teletrabajo son uno de los pocos nichos relativamente productivos que han quedado de la burbuja de las puntocom. Sin embargo, en el caso del e-learning creo que existe un nuevo paradigma educativo, que trae arrastrando la carga de la educación a distancia. Y digo esto porque en la medida en que se piense que el e-learning es solamente “la educación a distancia aggiornada a los tiempos de Internet”, seguiremos repitiendo metodologías asociadas a otra época.
¿Qué opina del pronóstico según el cual en el futuro la educación de segunda se llamará e-learning, y la capacitación de elite quedara en manos presenciales de carísimo acceso?
Aunque no soy “prospectólogo”, considero que la educación presencial “de elite” siempre existirá, en función de que habrá una demanda específica. Creo que el e-learning debe pasar el tamiz de los improvisados y de los advenedizos, de esos que justamente consideran que este en un negocio de “toco y me voy”. Una vez que se decante, que existan controles o sellos de calidad con respecto a cursos y sitios, el e-learning irá ocupando cada vez más porciones en la torta de la educación, en especial en lo que se refiere a enseñanza universitaria y capacitación profesional. Sin embargo, en lo concerniente a educación primaria y secundaria, considero que el aspecto socializador de la escuela es, por ahora, totalmente necesario para una formación en valores, que es en definitiva su función primera.
¿Cuáles son a su entender los próximos escenarios hacia los cuales evolucionará el e-learning?
Son varias las tendencias que se podrían predecir. Sin embargo, querría limitarme a sólo cuatro:
1) Es claro que la industria del e-learning se irá reagrupando, y que quedarán pocos jugadores, que ofrecerán soluciones totales (tecnologías, contenidos y servicios) en paquetes “llave en mano”.
2) También entiendo que el “blended learning”, este concepto tan en boga hoy en día en Estados Unidos, que combina la metodología de enseñanza a distancia con las presenciales, tendrá fuerte aceptación en ambientes no demasiado informatizados.
3) Habrá una expansión considerable del modelo ASP, ya que las empresas que contraten servicios de e-learning optarán por delegar las funciones de mantenimiento y actualización en el proveedor.
4) Habrá estándares bien definidos para la producción de contenidos (tema que se determinará en no más de un año seguramente) y las plataformas serán un commodity más, tal como hoy son los navegadores de la web.
Recientemente asistió a la reunión Virtual Educa en Valencia. ¿Cuáles fueron las ponencias o personajes que allí conoció o entrevistó que le resultaron más interesantes? ¿Estamos muy distantes de la experiencia norteamericana en la materia?
Virtual Educa es un escenario totalmente hispanoamericano, y como tal muestra el estado del arte de esta disciplina para esta región. Las diferencias con los norteamericanos son evidentes, no ya solamente con respecto al mercado hispano, sino también con respecto al resto del mundo incluida Europa. La ventaja, a priori y como consuelo, es que podemos aprender evitando sus errores. El más evidente en este sentido, y como una muestra más de la obnubilación que produce la tecnología, es suponer (una vez más) que la incorporación de máquinas es directamente proporcional al mejoramiento en el aprendizaje. Pensar que los tutores no son esenciales en el e-learning, y que pueden ser suplidos por videos o respuestas automatizadas, es un gravísimo error.
A la luz de las numerosas experiencias que los distintos expertos mostraron durante tres días, es claro que el e-learning, por lo menos en Iberoamérica, sigue transitando el primer estadio, en el cual las empresas y las universidades han desarrollado plataformas y contenidos propios, pero aún no se ha pasado a un modelo de aprendizaje superador. Hay poco de simulación (una excepción a esto es el caso del programa de formación Infoville XXI de la Generalitat Valenciana), muy poco de acogimiento a los estándares tipo IMS y SCORM, y una casi total ausencia de normas de calidad.
También existe una marcada y creciente preocupación por parte de los organismos multilaterales de cooperación de apoyar iniciativas que fomenten la reducción de la brecha digital. Gran parte de Latinoamérica podrá verse beneficiada en los próximos años a través de proyectos comunitarios.
Finalmente, está bien claro que a los ambientes académicos les cuesta pronunciar la palabra "e-learning", y que el término "teleformación" les sienta mejor. Por el contrario, la gente de las empresas, más pragmáticos, habla sólo del fenómeno de "e-learning". Más allá de estas incumbencias idiomáticas, lo cierto es que nunca antes, el famoso binomio Universidad-Empresa y sus dilatadas promesas de colaboración mutua, se han necesitado tanto uno del otro como en esta ocasión. En efecto, para desarrollar buenos proyectos de e-learning se requiere tanto de una muy buena base pedagógica, como de un gran realismo comercial, en un marco de una alta competencia.
¿Qué es Edutic, de la cual usted es actualmente presidente y en qué medida sus acciones y planes suponen un afianzamiento de las prácticas del e-learning en el país y en la región?
Creo que la consabida frase “viene a llenar un vacío” nunca ha sido mejor empleada que en este caso, ya que por más de veinte años, las empresas que se han dedicado a la utilización de la tecnología en la educación, no se han congregado como en esta ocasión, a fin de defender sus intereses y potenciar sus respectivas actividades.
En sólo seis meses hemos llegado a aglutinar unas 35 entidades, y ya gozamos de un incipiente prestigio entre las Cámaras y organismos del sector.
Nuestros proyectos no son grandilocuentes, pero tienden a consolidar el accionar de Edutic en todas las áreas sonde tenga incumbencia la tecnología educativa. En este sentido, el afianzamiento del e-learning es una de nuestras preocupaciones. Nos interesa que las empresas y entidades asociadas a Edutic sean creíbles en sus ofertas. Si bien estamos abiertos, creemos que es necesario separar la paja del trigo para que esta naciente industria no muera en el camino.